La Formación Profesional es una etapa clave en el desarrollo académico de miles de estudiantes, pero también forma parte de su ámbito personal. Es una etapa clave, puesto que supone una oportunidad real de acceder al mundo laboral, de especializarse en su vocación y, además, de crecer. Pero también se puede convertir en una fuente importante de estrés académico en caso de no gestionarse bien las exigencias, las expectativas y, sobre todo, la presión. En este contexto, es preciso cuidar tanto la salud mental como el bienestar emocional, así como el equilibrio emocional. No es un lujo: es una necesidad de cara a rendir bien y aprender mejor.
Para conseguirlo, nos encontramos con que la gestión del estrés pasa a ser una habilidad clave a aprender. Es crucial saber reconocer cuáles son las señales de alerta, porque esto puede marcar la diferencia entre afrontar con seguridad esta etapa o no hacerlo. Sigue leyendo, porque vamos a profundizar en cuáles son las causas de este estrés y, sobre todo, qué estrategias podemos usar para mejorar.
La importancia de cuidar la salud mental en la formación profesional
La salud mental ha sido, durante décadas, algo totalmente olvidado en el ámbito educativo. No obstante, cada vez hay una conciencia mayor de que el rendimiento académico va de la mano del bienestar emocional. En el caso de la FP, nos encontramos con una relación crucial; al combinarse la teoría con la práctica, las evaluaciones continuas y una rápida transición al entorno laboral, es muy importante que el estudiante se encuentre bien a nivel emocional. Que tenga una buena autoestima, y que se sepa capaz de la labor que va a realizar.
Cuidar la salud mental implica ser consciente de que el bienestar emocional es importante, y prestarle atención. Los estudiantes deben aprender a gestionar sus emociones, afrontar la frustración y, además, relacionarse de forma saludable con su entorno. En el momento en el que una persona se siente emocionalmente equilibrada, cuenta con una mayor capacidad de concentración y toma decisiones mucho más inteligentes.
A esto hemos de sumarle que una buena salud mental siempre refuerza la autoestima. Los estudiantes han de ser capaces de creer en sus propias capacidades, para así enfrentar mejor exámenes, evaluaciones e incluso prácticas. Esto ayuda a reducir el estrés académico. Porque cuando este se acumula, puede derivar en ansiedad, desmotivación… E incluso abandono de los estudios.
En este sentido, ayuda mucho tener unos hábitos saludables. Y no solo a nivel físico, sino también a nivel mental: encontrar momentos de pausa, de relajación y, sobre todo, aprender a gestionar mejor el tiempo. En esto ahondaremos más adelante, con algunas estrategias que resultarán de ayuda a estudiantes.
Principales causas de estrés en los estudiantes de FP
Lo primero que has de tener en cuenta es que el estrés académico no aparece de la nada, de un día para otro. Suele ser el resultado de una combinación de factores que son personales y académicos, y que acaban por acumularse con el paso del tiempo. Con lo cual una de las claves es identificar las causas, para así poder detectarlas a tiempo y abordarlas bien.
La carga académica es, sin duda, una de las principales causantes de estrés. La FP, como todos los estudios, exige cumplir con unos plazos que pueden ser ajustados: trabajos prácticos, exámenes… Cuando las entregas coinciden en el tiempo, y a esto le añadimos el hecho de tener prácticas, aflora esa sensación de agobio.
Otra causa puede ser la presión por el futuro laboral, que en muchas ocasiones es casi inmediato. Sí, es cierto que la FP es una etapa decisiva de cara a la empleabilidad, y esto puede someter a mucho estrés. Las dudas, el miedo a equivocarse, el no estar a la altura, el no ser capaz de encontrar trabajo… Es una presión que acaba por afectar al equilibrio emocional.
Y, por último, no podemos olvidarnos de los posibles factores personales. Una falta de organización, dificultad de cara a gestionar el tiempo, responsabilidades externas, posibles problemas económicas… Si a eso le sumamos el entorno social y académico, que no siempre hace que sea sencillo, podemos encontrarnos con un gran desgaste a nivel emocional.
Estrategias efectivas para gestionar el estrés académico
Lo positivo es que el estrés es un enemigo que se puede combatir, siempre que se cuenten con las herramientas adecuadas. Una de las claves es, como ya hemos señalado, ser capaz de reconocer las señales: fatiga constante, dificultad para concentrarse, problemas de sueño, irritabilidad, presión en el pecho… Todo esto son indicadores de que algo no va bien. Y es importante ser capaces de escuchar a nuestro cuerpo para así poder intervenir.
Un aspecto clave que siempre has de intentar fortalecer es la autoestima. Valora tus logros sin despreciarlos, acepta los errores como lo que son: parte del aprendizaje. Y, además, evita la autocrítica excesiva. Porque así podrás reducir la presión que sientes a nivel interno. Desde el miedo, la culpa o la autoexigencia excesiva es imposible rendir bien.
Junto a esto, te recomendamos mantener (en la medida de lo posible) una rutina equilibrada: estudia, descansa, ten momentos de ocio y haz deporte.
Técnicas de relajación y mindfulness para estudiantes
Las técnicas de relajación han demostrado ser una gran herramienta para reducir el estrés académico y, además, mejorar el equilibrio emocional. Lo positivo es que no requieren grandes conocimientos previos y podrás incorporarlas a tu rutina diaria sin problema.
Puedes probar con la respiración consciente, que es una de las herramientas más sencillas y, además, efectivas. Basta con dedicar unos minutos al día a respirar, pero a respirar centrándote en cada uno de los movimientos de la respiración: de forma lenta, profunda, consciente. Esto ayuda a calmar el sistema nervioso, reduce la ansiedad y te permitirá concentrarte mejor.
El mindfulness, que se conoce también como atención plena, consiste en ser capaz de centrarse en el presente. No sirve solo para estudiar, sino en todo tipo de actividades: aislarte de todo lo demás, y centrarte únicamente en lo que estás haciendo. Esto hace que desaparezcan los pensamientos negativos y, sobre todo, te permite acabar con ese ruido mental.
De cara a descansar mejor por la noche puedes probar técnicas como la relajación muscular progresiva, que consiste en ir “apagando” todos tus músculos uno a uno. El último será el cerebro, y así podrás descansar.
Cómo organizar tu tiempo para reducir la ansiedad
Tener una mala organización del tiempo es una de las grandes causas de estrés tanto académico como, a posteriori, laboral. Por ello, aprender a planificar de una forma mucho más realista es clave si quieres llevar a cabo una buena gestión del estrés. El primer paso es establecer tus prioridades, tanto del día como de la semana e incluso del mes. Puedes ayudarte de una agenda o un cuaderno, o incluso el calendario del móvil. La clave es que dividas por colores y sepas que hay tareas que son más urgentes, otras que lo son menos, y qué tiempo tienes para cada una de ellas.
A nivel diario, siéntate y plasma todo lo que tienes que hacer ese día sobre el papel. Hay tareas que son más grandes: divídelas en objetivos pequeños. Eso hará que lo veas más alcanzable y, sobre todo, que se reduzca tu ansiedad.
No olvides que has de reservar tiempo para el descanso y para el ocio. Es crucial dormir bien, hacer deporte, desconectar de las pantallas y hacer cosas que te gusten cada día, porque todo esto forma parte de tener unos hábitos saludables.
Aprende a decir “no” si consideras que la carga es excesiva y a pedir ayuda cuando lo necesites, porque esto también habla de tu madurez emocional.
Conclusiones y recomendaciones prácticas
La FP es una etapa de crecimiento, tanto académico como personal. Y puede ser un momento exigente, pero también será un momento positivo. La clave es saber mantener el equilibrio, tener una buena organización del tiempo y ser consciente de que descansar es clave. Como recomendaciones prácticas para concluir, te diríamos que es importante lo siguiente:
- Escuchar tus emociones, y ser consciente de cuáles son las señales de estrés.
- Planificar tu tiempo de forma realista y, además, flexible. Admite cambios: son normales.
- Incorpora técnicas de relajación en tu rutina para así sentirte mejor contigo mismo.
- Cuida tanto tu descanso como tu alimentación, y realiza actividad física.
- Si lo necesitas, pide apoyo. Y no te compares constantemente, porque no todos seguimos el mismo camino.









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