La educación, como ha sucedido con una gran cantidad de ámbitos ahora mismo, se encuentra en plena transformación. Y esto se debe principalmente a la tecnología y todos los avances que esta ha traído consigo. Dentro de este contexto, tanto los simuladores como los entornos virtuales han pasado a ser una herramienta clave dentro de la Formación Profesional. Porque es una forma alternativa de permitir que los estudiantes adquieran práctica, pero en entornos totalmente seguros. Se aprovecha esa inmersión, pero con la tranquilidad de que las prácticas serán en el entorno estudiantil. Desde la sanidad hasta la automoción, pasando por la aeronáutica, la formación se ha salido de las aulas y ha ido un paso más allá.
La revolución digital en la FP
Durante décadas, hemos asociado la FP a talleres, a prácticas presenciales y a laboratorios. Pero la revolución digital ha llegado para quedarse, trayendo consigo una forma de aprender totalmente nueva. Esta se basa en la tecnología inmersiva, un aprendizaje mucho más experiencial y, sobre todo, la interactividad. Y es una forma de capacitación mucho más eficiente. Las instituciones educativas están integrando ahora mismo tres tipos de tecnologías distintas:
- Realidad Virtual (VR).
- Realidad Aumentada (AR).
- Simuladores 3D.
De esta manera, lo que consiguen es ofrecer escenarios controlados que te permitan cierta inmersión en las experiencias formativas reales. El objetivo es, en este sentido, doble: hacer que la comprensión teórica mejore y, además, acercar el aprendizaje a las condiciones del mundo laboral. Además, en España se está fomentando la digitalización del aprendizaje con la nueva Ley de Formación Profesional. Se fomentan programas donde se usen entornos virtuales para formar a técnicos. Es más, son muchos los centros de FP que ya cuentan con aulas de simulación avanzadas para practicar maniobras de mantenimiento, cirugías simuladas…
Qué son los simuladores y entornos virtuales
Los simuladores son herramientas digitales que se encargan de reproducir de forma lo más realista posible distintos escenarios o procedimientos. De esta manera, permiten que los usuarios puedan interactuar con ellos sin riesgo. Los entornos virtuales van un paso más allá, y lo que hacen es crear espacios digitales completos, muchas veces inmersivos. En estos, los estudiantes pueden practicar, aprender y colaborar, como si del mundo real se tratara.
Estos sistemas usan VR, AR e incluso realidad mixta (MR) para recrear mejor los entornos de trabajo auténticos. Algunos incluso pueden integrar Inteligencia Artificial, buscando así adaptar todas las simulaciones al progreso real que pueda tener cada alumno. Y, gracias a eso, se ofrece un feedback personalizado, así como distintos niveles de dificultad.
Pongamos un ejemplo práctico, para que sea más fácil de entender. En sanidad, los entornos virtuales permiten a los estudiantes estar dentro de intervenciones quirúrgicas, e ir desenvolviéndose en ellas, pero sin poner en riesgo la vida de ningún paciente. Es cierto que no es exactamente lo mismo, pero cuando los estudiantes lleguen al momento real ya habrán vivido esto de alguna manera y recordarán pasos y claves a seguir.
Aplicaciones prácticas en distintas ramas profesionales
Dependiendo de la rama en la que nos encontremos, los simuladores y los entornos virtuales se aplicarán de una forma u otra. A continuación, vamos a ver ejemplos concretos.
Sanidad y enfermería
Como hemos señalado antes, lo que permite es que los estudiantes entrenen procedimientos clínicos sin riesgo. Pueden llevar a cabo técnicas de suturas, atención de emergencias, administración de medicamentos… Es más, hay algunos simuladores que incluso permiten recrear la interacción con pacientes virtuales. Eso ayuda también a fomentar la comunicación y la empatía en situaciones complejas.
Automoción y mecánica
Es muy interesante en esta área contar con simuladores de motores o de vehículos, puesto que así los estudiantes podrán diagnosticar averías, cambiar componentes o incluso ir entrenando operaciones de mantenimiento de forma mucho más realista. Todo esto con menos costes en material y sin que haya un desgaste de ningún componente.
Hostelería y turismo
Aunque pueda parecer que no, el sector de servicios también puede aprovechar esta ola digital. Porque hay simuladores que permiten recrear la gestión de hoteles, de agencias de viaje o de restaurantes. De este modo, los alumnos deben tomar decisiones, atender a clientes e ir resolviendo las incidencias que vayan surgiendo. No solo entrenan habilidades técnicas, sino también las conocidas como soft skills.
Industria
En materias como fabricación, soldadura o mantenimiento industrial, los entornos virtuales pueden recrear líneas de producción completas. Gracias a eso, se puede formar operarios sin necesidad de que se detenga la producción real, mejorando así la eficiencia y la seguridad.
Aeronáutica y transporte
Los simuladores son, en este ámbito, una herramienta ya consolidada desde hace décadas. Pero ahora han mejorado mucho gracias a los avances en realidad virtual, permitiendo que tanto pilotos como técnicos de mantenimiento obtengan experiencias mucho más precisas.
Beneficios frente a la formación tradicional
Tanto los simuladores como los entornos virtuales traen consigo ventajas muy claras con respecto a los métodos tradicionales:
- Aprendizaje seguro, pudiendo cometer errores sin que haya consecuencias reales.
- Repetición ilimitada, favoreciendo así el aprendizaje por ensayo y error.
- Personalización individualizada del ritmo de aprendizaje. Se adaptan al ritmo real de cada estudiante, permitiéndole así progresar en función de sus capacidades.
- Reducción de costes a largo plazo, especialmente en materiales y recursos físicos.
- Motivación, puesto que la experiencia inmersiva y gamificada es mucho más interesante para los alumnos.
- Medición real de resultados en tiempo real, permitiendo así que el profesorado realice un buen seguimiento.
Limitaciones y retos actuales
Pero es innegable que nos encontramos ante unos retos a la hora de implementar estos simuladores y entornos virtuales. El primero de ellos es que tiene un coste inicial elevado; es cierto que permiten ahorrar recursos a largo plazo, pero esa inversión inicial es bastante alta. Hardware, software, licencias… Y, cómo no, la necesidad de formar a un profesorado que puede que no supiera cómo hacer uso de estas herramientas al principio. A esto hemos de sumarle que no todos los centros cuentan con una infraestructura necesaria para llevar a cabo estos entornos inmersivos.
Si bien es cierto que la tecnología avanza rápidamente, no todas las simulaciones logran reproducir la experiencia a nivel sensorial. Por ejemplo, en una cirugía no percibirás los olores reales, algo que podría chocarte a posteriori en la vida real. Y si no se equilibra con prácticas presenciales, el aprendizaje podría ser demasiado virtual.
Casos reales de éxito
Aunque puedas pensar que esta tecnología es algo del futuro, nada más lejos de la realidad. En España ya hay muchos centros de FP que están introduciendo estos avances para así conseguir que sus estudiantes se encuentren entre los mejor formados. Un ejemplo de ello es el Hospital Virtual Valdecilla, que se ha posicionado como uno de los referentes en formación sanitaria en toda Europa. Eso se debe a que usa simuladores de alta fidelidad y entornos de realidad virtual para así entrenar a los profesionales en todo tipo de situaciones críticas. Con esto, se ha demostrado ya que hay una mejora notable en la retención del conocimiento y, sobre todo, en la respuesta ante emergencias reales.
En Galicia hay un instituto que ha conseguido integrar simuladores de vehículos eléctricos para que, de este modo, los estudiantes puedan practicar diagnósticos, reparaciones y todo tipo de calibraciones electrónicas.
Lo que es innegable es que se está redefiniendo por completo los límites de la FP; gracias a esta posibilidad de recrear escenarios reales, ofrecer experiencias inmersivas y adaptar el aprendizaje, estamos ante una nueva realidad educativa.









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